Había una vez, en el lejano reino de la Argentina, un cura que a diferencia de otros curas que tienen hijos ya ejerciendo, éste ya tenía pues se ordenó tras la muerte de su esposa luego de haber engendrado un autooo! hijo.
El hijo se casó y… ¿adivinen quién ofició la solemne ceremonia? Sip, adivinaron. La nota completa está acacito.
Esta clase de información si me hace sonreír, y me hace pensar si a final de cuentas la humanidad sí tiene un futuro…
…
¡Naaaaah!